5.7.14

Glenn Gould, prestidigitador y fetal














Pianista Glenn Gould, en una entrevista a principios de los 70: "Lo que ocurre entre mi mano izquierda y mi mano derecha es un asunto privado que no le importa a nadie." Y sin embargo lo que tenía lugar entre ambas manos era y no era un juego, era y no era un ejercicio, era y no era invención. Todo su cuerpo involucrado, ignoramos de qué manera repercutiría sobre su espalda aquellas posturas, la arqueada inclinación sobre el teclado. Pero eso, ¿qué nos importa a nosotros, morbosos espectadores, que solo deberemos dejarnos llevar por la colección de arpegios para gozar del resultado del piano que habla como la emoción misma? Nos admirábamos con las manos que salpicaban las teclas de manera loca (aparentemente) o con su propia posición fetal que adquirían la forma de un ovillo de sonidos o con el tarareo que musitaba como acompañamiento sin fin a cuanta nota arrancaba de la partitura. Aquella frase de un profeta, no sé si carnal o literario, "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha", no tiene mucho valor en el caso Glenn. El sabía, siquiera de manera subrepticia y sensorial, lo que hacía, pues las sensaciones son tan inteligentes como la capacidad de racionalizar.  Prestidigitación al fin y al cabo, sin trucos, pues no me cabe duda de que sus manos sabían lo que tramaban. Era la historia de una complicidad con la mente, que ordenaba y desordenaba a discreción los ritmos que no se le resistían jamás. Era el elemento travieso, que diría el compositor y pianista Dimitri Mitropoulos. Y es que en toda expresión, la travesura vivifica tanto...Tal vez porque es el último elemento natural y primario que nos sigue vinculando al origen de la materia. Hasta en un músico.