22.3.14

Combate con la vejez














La vejez tiene sus extensiones en la literatura. Algunas francamente irónicas y divertidas, no todo va a ser drama. "Puede estar tranquila -dice el diablo a la mujer en el precioso relato de Pessoa La hora del diablo- porque no le faltaré al respeto. Sé muy bien que hay otras formas de faltar al respeto accesorias e inútiles, como las de los novelistas modernos y las de la vejez." No me extraña ya nada la obsesión sanísima de Pessoa por sus heterónimos. ¿Sólo como una manera de ver y vivir el mundo desde diferentes ángulos y cuerpos mutantes? ¿O también como un modo de conjurar el implacable avance del tiempo y sus efectos de deterioro? El clarividente autor luso no es el único que se busca desde una expansión de personalidades  -literarias o físicas totales- y así Jorge Semprún, que padeció lo suyo y arriesgó en distintas circunstancias el todo por el todo, en La escritura y la vida reconocía: "Me convertí en otro para poder seguir siendo yo mismo." Sigo pensando cada día en la dimensión de los otros Yo, de las otras personalidades nominales, en cada jornada que transcurre donde nuestras convicciones morales y estéticas se ponen a prueba sin cesar. ¿Solamente son otros nombres o se persiguen otros rostros? ¿Se queda únicamente en la máscara? Tal vez se trate de una de las formas del combate con la vejez. Instintos de supervivencia.



Fotografía de Jorge Molder