6.3.14

Leopoldo María Hamlet














"Oh, Satán, ten piedad de mi larga miseria", canta en Las flores del mal Charles Baudelaire. También el último poeta muerto (el penúltimo) utilizaba de cita este verso. Leopoldo María Panero encabezaba con él una de sus versiones del Himno a Satán.  Por cierto, Satán, ¿es la vida o es la muerte? ¿Qué dirías de nuevo tras la experiencia final?   Tal vez la misión de Satán se reduzca al regateo con la no-vida, pero también va de ello lo opuesto a Satán, aunque le vistan de seda y le ubiquen en las alturas, que ya no son tales. Satán y su opuesto son muy literarios, se retroalimentan hasta el infinito. Hasta el infinito que cada voluntad individual quiera, naturalmente. Lo que es evidente es que ambas metáforas complementarias, que no opuestas, no son más que los dos rostros del mismo destino. Arrieros de la vida somos y nadie vale más que nadie. Y es que siempre me caíste bien.


Himno a Satán 
Los perros invaden el cementerio
y el hombre sonríe, extrañado
ante el misterio del lobo
y los perros invaden la calle
y en sus dientes brilla la luna
pero ni tú ni nadie, hombre muerto
espectro del cementerio
sabrá acercarse mañana ni nunca
al misterio del lobo.